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"El coche de San Fernando" era el medio transporte más utilizado por los ciudadanos de entonces.
El que trabajaba, podía permitirte el lujo de comprar una bicicleta para ir a trabajar. No eran baratas y había que comprar todos los años en el Ayuntamiento la placa correspondiente para poder circular sin que te echaran el alto los municipales.
No eran entonces muchos los coches particulares que circulaban por las calles de Carballiño.
A parte de los taxis, los vehículos más numerosos eran los de transporte, camiones y coches de feria.
En su mayor parte, estos vehículos eran montados por las carrocerías del pueblo, entre las que cabe destacar las Carrocerías Pedrouzo y, sobre todo, las Carrocerías Piñeiro.
Para la reparación de los vehículos existían un gran número de talleres mecánicos, Valujo, González y González, Paula… que se surtían en dos establecimientos de repuestos del automóvil: el de Cortés y el de Sobrino.
No eran entonces muchos los coches particulares que circulaban por las calles de Carballiño.
A parte de los taxis, los vehículos más numerosos eran los de transporte, camiones y coches de feria.
En su mayor parte, estos vehículos eran montados por las carrocerías del pueblo, entre las que cabe destacar las Carrocerías Pedrouzo y, sobre todo, las Carrocerías Piñeiro.
Para la reparación de los vehículos existían un gran número de talleres mecánicos, Valujo, González y González, Paula… que se surtían en dos establecimientos de repuestos del automóvil: el de Cortés y el de Sobrino.
REPUESTOS SOBRINO
El antiguo establecimiento de repuestos de automóviles y lubricantes de Cesáreo Sobrino estuvo ubicado en el número 21 de la calle Tomás María Mosquera.
Dicho establecimiento se trasladó al número 4 de la calle General Mola, hoy Curros Enríquez, y ocupaba el bajo del edificio familiar.
Dicho establecimiento se trasladó al número 4 de la calle General Mola, hoy Curros Enríquez, y ocupaba el bajo del edificio familiar.
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Cuando yo entré a trabajar, estaba de encargado “Miros”, Cesáreo Casimiro Rodríguez Alonso († 2015), sobrino del dueño.
El establecimiento abastecía de piezas de repuesto de automóvil a todos los talleres del pueblo. Cuando faltaba alguna, se pedía a Gonzacoca en Vigo o a Pérez Rumbao en Ourense.
Me tocó despachar piezas de repuesto en la tienda de Sobrino en la época en la que el marqués de Villaverde, el yerno de Franco, llevó a cabo en España el primer trasplante de corazón (fallido). Mofándonos un poco del fracaso del buen señor, comentábamos con los mecánicos que venían a buscar piezas:
Pero, además, se despachaba carburante. El surtidor de gasolina se encontraba a dos pasos del establecimiento, en el cruce de Orense, en la esquina Este, al lado de la Barbería de Fidel. La esquina Sur la ocupaba el comercio de calzados Munín, la Oeste la farmacia Fontaíñas y la Norte el Auto Bar.
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Me tocó despachar piezas de repuesto en la tienda de Sobrino en la época en la que el marqués de Villaverde, el yerno de Franco, llevó a cabo en España el primer trasplante de corazón (fallido). Mofándonos un poco del fracaso del buen señor, comentábamos con los mecánicos que venían a buscar piezas:
«¿Te enteraste de que
el marqués de Villaverde le puso a un fulano el corazón de otro? Si la cosa
sigue así, llegará un momento en el que habrá tiendas como ésta, pero de
repuestos humanos, y vendrá un enfermero y dirá: “- Dame un hígado del 16 para
un paciente y un riñón del 27 para otro.” Y el dependiente abrirá la nevera
correspondiente y se los pasará.»
Esa quimera,
gracias a Dios, se ha hecho realidad y esperamos que la técnica de los trasplantes
se perfeccione cada vez más y los donantes aumenten.
Pero, además, se despachaba carburante. El surtidor de gasolina se encontraba a dos pasos del establecimiento, en el cruce de Orense, en la esquina Este, al lado de la Barbería de Fidel. La esquina Sur la ocupaba el comercio de calzados Munín, la Oeste la farmacia Fontaíñas y la Norte el Auto Bar.
Cruce y carretera de Ourense. 1961. Marchena delante del surtidor. (Miguel Anxo, p. 50) |
El
surtidor era una bomba manual. Al accionar la manivela en el sentido de las
agujas del reloj subía el carburante de la cuba subterránea y se llenaba la
burbuja de cinco litros de la máquina, al tiempo que un contador mecánico
indicaba el total de los litros servidos hasta el momento. Al darle a la
palanca en sentido inverso, se vaciaba el contenido de la burbuja en el
depósito de los contados coches que circulaban entonces por Carballiño.
El surtidor de gasolina en 1960. Detrás, la barbería de Fidel. (Miguel Anxo, p. 46) |
En
aquellos tiempos Campsa era la única empresa abastecedora de carburante. Para
saber la cantidad de carburante que había que vaciar, el chófer del camión-cuba
introducía en el depósito subterráneo del surtidor una larga regleta metálica
milimetrada. La misma regleta le servía para medir en la cuba del camión la
cantidad servida de carburante.
El
proceso del gasoil era más trabajoso, ya que el carburante venía en bidones de
doscientos litros. El camión de transporte se acercaba a la trasera del
comercio por el Campo de la feria del maíz, la actual Praza do Emigrante.
1 - Bajo donde se despachó el gasoil hasta 1961. Campo de la Feria del Maíz en 1963. |
Se ponían unos tablones a modo de rampa y se bajaban los bidones rodando. Y rodando se metían en el cuarto del gasoil para trasegar su contenido.
O Carballiño, Campo de la Feria del Maíz con los bidones de gasóleo y la Alameda, años sesenta.
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Allí
se hallaba una enorme estantería de dos niveles, con dos bidones de quinientos
litros en cada nivel. Había que trasegar el gasoil de los bidones de 200 litros
a los bidones de la estantería superior con una bomba de mano. De allí, el
gasoil se filtraba a los bidones de abajo. El carburante se despachaba con
regaderas de distintas medidas. Los camiones del pueblo se acercaban a la
trasera del edificio y, mientras llenábamos el depósito, los chóferes tenían
tiempo, si les apetecía, de echar un trago en los cafés vecinos el Bar
Esmeralda, (Estate
Quieto) o en el Auto Bar.
Al retirarse Don Cesáreo, se hicieron cargo del negocio sus yernos: Luis Pardo, afincado en Vigo y Andrés Piteira, con comercio de curtidos en el número siete de General Mola.
En este bajo, se encontraba el importante establecimiento de Curtidos Piteira En la actualidad. Marzo 2017 |
Otro establecimiento en el cruce de la carretera de Ribadavia: Curtidos Reque. |
Luis Novoa se ocupó del comercio de repuestos y Andrés Piteira asumió la gestión del carburante.
Andrés Piteira, delegando en su hermano José, y asociado con su cuñado Luis Pardo, hizo construir su estación de servicio en la carretera de Orense, en los terrenos de su curtiduría de pieles a orillas del Regato do Varón, lindando con los terrenos de la fábrica de licores del "Ran".
Los trámites necesarios para su construcción se iniciaron en la primavera de 1960.
Solicitud de permiso de obra, mayo 1960 |
Solicitud de línea de construcción, mayo 1960. |
Al fondo se pueden entrever parte de las instalaciones de la curtiduría. |
La gasolinera de Piteira, recién terminada. 1961. |
La gasolinera se inauguró en verano de 1961 y en ella estuve despachando algún tiempo hasta que se incorporó el personal definitivo.
La puesta en marcha de la gasolinera hizo que se inhabilitara la bomba del Cruce de Ourense y el despacho de gasóleo de la Plaza del maíz. Esto nos liberó a Miros y a mí de las guardias de domingos y festivos.
El primer surtidor de Cortés en el cruce de Ribadavia hacia 1924. (Miguel Anxo, p. 136)
Y abriría una nueva en la bajada de dicha carretera.
TAXIS
En los años de nuestra crónica, había en Carballiño 19
licencias de taxi. Todos estacionaban en una única parada, a un lado y a otro
del inicio de la carretera de Irixo: de un lado, frente al taller mecánico de
ANTONIO LÓPEZ CORRAL y, del otro, al lado del bar “LA ESMERALDA” (Estate
Quieto)
Parada de taxis en la Alameda a finales de los cincuenta. (Miguel Anxo, p. 48)
Pleno municipal de julio de 1960 |
Los 19 taxis del pueblo estacionaban todos en La
Alameda. Esto creaba a menudo dificultades en la circulación.
Para subsanar el problema y satisfacer
los deseos de los usuarios, la Corporación Municipal creyó conveniente
descongestionar la Plaza de la Alameda fijando una parada complementaria en la
Plaza Mayor.
Acta de 10 de junio de 1961 |
«Al principio de los sesenta, había en Carballino 19 licencias de taxi, como ahora. La tenía mi padre y Julio Marqués.»
«Recuerdo, entre otros taxistas, a Felisindo de San Amaro; al “Olliños” que vivía en Flores; a uno que le llamaban el “Cornuval” de la parte de Veiga. Estaba también Antonio Crego de Arcos. Avelino, el batería del Míllara, dejó el taxi y se metió cartero, como su suegro, en su pueblo Irijo.»
«Mi padre tenía dos licencias. A un momento dado le obligaron a que trabajase con las dos. Tuvo que comprar otro coche en Madrid y ponerlo a nombre de mi madre, porque entonces una persona no podía tener más de una licencia. Luego eso cambió y se podían tener las que uno fuese capaz de mantener.»
«Cuando empecé a trabajar en el año 1972, mi padre se jubiló y vendió una. El año 1953, trajo el primer Seat para Carballino. Lo sé porque conservo los registros donde mi padre anotaba los gastos, las compras y los viajes que hacía con los clientes conocidos del pueblo. Tuvo, en su momento, un coche que andaba a gasógeno. Pero no quería coche de gasoil. Traían entonces motor de gasoil, los Mercedes y los Peugeot. A los otros se les montaba un motor Perkins o un Barreiros. Pero en 1974, la gasolina pasó de 12 pesetas a 21, mientras que el gasoil estaba a 11 pesetas. Íbamos a comprar un Renault 12. Pero la Seat lanzo el 132 con motor Mercedes de gasoil montado de fábrica. Llegaron tres vehículos al garaje Italiano, lo que hoy es la Seat, y mi padre, como ya les había comprado dos vehículos anteriormente, consiguió que le vendiesen uno.»
«Para desplazarse a la capital o a la costa, se cogían las líneas regulares. El taxi funcionaba, pero era el último recurso en casos particulares. Para venir al pueblo, la gente de las aldeas utilizaba mucho la bicicleta, por la que había que pagar un impuesto municipal, la chapa.»
«Antes de tener el taxi, mi padre tenía un coche de ferias. Llevaba a gente y también a mi abuela, que vendía en las ferias la ropa que confeccionaba en su taller, donde trabajaban veinte mujeres confeccionando ropa con tela de Mahón. Mi abuela murió con 48 años y fue una pionera en Carballino. Tenía un taller de costura en su casa familiar de La Raya, en Martínez Avellanosa, al lado de la casa del Gasógeno. La mayoría del capital del matrimonio lo había aportado mi abuela. Era natural de Carballino, llevaba el apellido Pérez de la familia de los da Lebre, y procedía también del Torrón de la familia de los Pescadas. Mi abuelo era de Pol de Piteira.»
Charla con José Manuel Fumega. Octubre 2016.
AUTOBUSES
«En los años sesenta, el Auto Industrial servía las líneas regulares de Vigo, Pontevedra y Ourense. Cesáreo Sobrino fue uno de los socios fundadores de dicha empresa.»
(Potiños, 2019) |
«El Campinas hacía la ruta de Irijo, hasta que se la compró el Auto Industrial.»
«La Montañesa prestaba servicio por Doade y por Feás.»
«El Rivera hacía viajes regulares al mercado de Santiago todos los jueves; salía por la mañana y volvía por la noche; hacía el trayecto por la carretera de Irijo. El Rivera hacía también las ferias, sobre todo, con pulpeiros.»
Autobús del Rivera de los años sesenta. Pepe Rivera, en la ventanilla. (Potiños, 2019) |
«A las ferias se dedicaban también O Noso y Blanco de Dacón.»
Y, por supuesto, autocares Andrés Rodríguez El Rebusco.»
«Entonces se iba todo el día, no como ahora que se vuelve a las dos de la tarde.»
«El Puga no llegó a tener línea. Hacía viajes discrecionales, excursiones entierros y alguna feria. Tenía un autobús viejo, pero de aquella, los vehículos no tenían caducidad.»
Plaza de la feria del maíz. En segundo plano, la camioneta de Luis Puga. |
«También el Capiro tenía varios vehículos y servía sobre todo a los jamoneros.
Cada transportista tenía ya sus clientes fijos.»
Charla con José Manuel Fumega. Octubre 2016.
GUISANTE
«Guisante, comenta José Manuel, fue uno de los personajes más populares de Carballino. Estuvo trabajando como chófer una buena parte de su vida con el Auto Industrial.»
Julio Ameijeiras "O Guisante" |
«Luego se independizó y llegó a tener dos vehículos. El grande era una maravilla, el único que había de esa categoría en España en la década de los 50.»
Julio Ameijeiras "O Guisante". Secundino Bravo |
«Era un autopullman, con asientos reclinables, un motor Pegaso de fabricación nacional. Con él, Guisante realizaba viajes a toda España y al extranjero.»
Faro de Vigo, diciembre 1962. |
«Tenía también una furgoneta, una Rubia. Así se la llamaba porque tenía la carrocería de madera. Las hacían Carrocerías Piñeiro en la carretera de Orense y Carrocerías Pedrouzo en Rapariz.»
«Cuando vendió el autopullman, se dedicaba a hacer los viajes al balneario de Partovia con la rubia, hasta que se marchó para México».
Charla con José Manuel Fumega. Octubre 2016.
CARROCERÍAS
CARROCERÍAS PEDROUZO
Las
instalaciones de estas carrocerías se encontraban adyacentes a la fábrica de
maderas de los Manso en la esquina de la carretera de Cea (Avenida de
Compostela) y el desvío a Arcos (Rúa de Piñor)
El solar de las carrocerías está actualmente ocupado por los dos edificios contiguos a la palmera.
Charla con Andrés González
Conde, “Pedrouzo”
9 de octubre de
2017.
«El socio
principal del negocio de carrocerías Pedrouzo
era mi padre, Andrés González Pedrouzo. La familia era dueña de los terrenos y
de las construcciones en los que se encontraba la instalación. Mis padres tenían,
además, una taberna-tienda, donde despachaban los productos básicos en la época
del racionamiento.»
«Los talleres
fueron para mí siendo niño un lugar de esparcimiento. Empecé a trabajar en la
empresa de mi padre incluso antes de terminar la escuela. Cuando tenía
vacaciones y por las tardes, echaba ya una mano en el taller. Así que, en los
primeros años de la década de los sesenta, a los que tú te refieres, ya llevaba
yo algún tiempo bregando con mi padre.»
«Carrozábamos
lo que se presentaba. Algo trabajamos para algunos puntos de Galicia. En
Ourense, la empresa Freire era un
buen cliente nuestro. Pero sobre todo carrozábamos para empresas del pueblo y
los alrededores. El que trabajaba mucho para Galicia y fuera en aquella época
era el Piñeiro. Hacía buenos
autobuses, por lo que tenía buena clientela por toda España.»
«Lo que más
hacíamos nosotros eran los coches de feria. Nos traían el chasis con el motor,
en muchos casos con los motores concebidos por Barreiros. Nosotros montábamos el vehículo como ellos querían. Unos
necesitaban más caja para llevar el ganado de los tratantes y otros preferían
más cabina para los feriantes y pulpeiros.»
«Trabajamos
para el Rivera, para O Noso, O Luciano, O Rebusco y Blanco de Dacón.»
«Eran ellos los que hacían las ferias. También hicimos algo, entre otros, para los Obenza y para O Capiro. Éste era el más se ocupaba del pulpo. Lo traía de Barbantes y lo distribuía a los pulpeiros, lo mismo que el que cogía en la administración que el antiguo Auto Industrial tenía en lo que luego fue el café Sobrino y ahora es el Don Paco.»
Vehículo primitivo, con espacio para transporte de animales. |
Te adjunto fotos del mismo vehículo con carrocerías distintas. Fíjate que ya no tiene madera detrás y tiene una ventanilla más, ambas fueron hechas en Pedrouzo.(Observaciones remitidas por José Luis Blanco).
Vehículo renovado. |
«Eran ellos los que hacían las ferias. También hicimos algo, entre otros, para los Obenza y para O Capiro. Éste era el más se ocupaba del pulpo. Lo traía de Barbantes y lo distribuía a los pulpeiros, lo mismo que el que cogía en la administración que el antiguo Auto Industrial tenía en lo que luego fue el café Sobrino y ahora es el Don Paco.»
«Ten en cuenta que, entonces, era difícil tener un coche. Por eso existíamos los carroceros. Aquí en el barrio de Rapariz, el único que tenía coche era Tocho Arocas, el hijo de Nemesio, el de la fábrica de maderas. Era un Mercedes negro de la época de la guerra mundial. Motos tampoco había muchas. Creo que la mía fue la primera del pueblo. La segunda fue la de Paula, el electricista que se estableció donde el Fondado, en la carretera de Ourense, al lado de donde estuvo Correos. Luego la tuvo Pepito Ran. También la tenía el Rela, el abogado.»
«Hacíamos
también furgonetas, las Rubias. Es
posible que la primera rubia de
Guisante la hiciéramos nosotros. Enseguida dejamos de trabajar este tipo de
vehículos, porque las marcas de coche empezaron a crear sus propias furgonetas.
Ya nadie se metía a comprar un chasis para carrozar, porque les salía más caro
hacerlo así.»
«En la época en
cuestión estábamos trabajando en el taller diez o doce operarios. Hacíamos la
carrocería entera: había herreros, carpinteros electricistas, pintores … Yo Era
rematador. Me ocupaba de los detalles de terminado.»
«El esqueleto del
vehículo era todo de madera y luego se recubría con chapa. Nosotros
utilizábamos sobre todo eucalipto que comprábamos por la pare de Pontevedra.»
«El armazón de
los asientos era también de madera. El mullido al principio se hacía con
muelles amarrados al armazón, que se recubrían con borra, crines y trenzado de
esparto y luego se tapizaba con badana o con lona.»
«Al poco regresar
de la mili, a mediados de los sesenta, me casé con Concha. Ella trabajaba con
el pulpo, como su padre, Secundino González. Yo seguí faenando con mi padre. Pero
llegó un momento en que el negocio decayó. Te hartabas de trabajar y se
acumulaban las facturas sin pagar. Así que, al morir mi padre, tuve la
oportunidad de disolver la sociedad, cerré las carrocerías y me dediqué a
secundar a mi mujer con el pulpo.»
«Naquelas fechas, arredor dos anos sesenta, traballaban no Piñeiro uns cincuenta ou sesenta obreiros. Non creo que viva ninguén dos obreiros que traballaban entón. Era una empresa forte que non tiña moita competencia no Carballiño. Os obreiros eran, en xeral, xente das aldeas dos arredores que viña a pé. Poucos había que tiveran bicicleta, porque estaban caras. A primeira que eu comprei, a mediados dos cincuenta, custoume 200 pesetas, case o soldo dun mes, e había que pagar a placa. »
«Nos
talleres carrozabamos por completo. Había carpinteiros, electricistas, tapiceiros,
ferreiros, chapistas, pintores.»
«Chegaban as toradas de madeira que se cortaban no serradoiro, asegundo as plantillas dos modelos que se facían. Traballábase a acacia, a cerdeira, a sobreira. A madeira procedía case toda da parte de Beariz e Avión. O esqueleto era todo de madeira. Tamén os asentos eran de madeira e logo se revestían. So a zona do motor e a baca levaban armazón de ferro.»
«Unha vez que estaba feito o esqueleto, os chapistas revestíano con chapa. O que se encargaba de pintalo era o Etelvino, o irmán pequeno de Amancio. Traballaba moi ben a pintura.»
«Faciamos coches para toda España. Faciamos algunha rubia, pero , sobre todo, autobuses grandes de ata sesenta prazas. Chegaban de fóra os chasis co motor e encargabámonos do resto. A veces chegaban catro ou cinco chasis da mesma empresa. Xa sabes que entón, nos anos cincuenta e sesenta, para ter un coche había que esperar.»
«Eu traballaba nos remates, porque sempre fun moi curioso para as cousas. Penso que era un bo obreiro porque Amancio nunca me chamou a atención e iso que Amancio era de agárrate. Eu poñía os cristais, os adornos. Colocaba os asentos, as molduras, os verte-augas de aluminio e as gomas do piso. Eu estiven sempre asegurado e acabei ganando sesenta e tres pesetas diarias, un sueldazo para aqueles anos.»
«O traballo non era duro. Traballabamos oito horas. A veces había que traballar horas extraordinarias, cando había que apurar carrocerías que había que entregar. Pagábanas ben.»
«Amancio, o maior dos irmáns, era o que sabía de carrocerías e o que levaba a administración. Morreu bastante novo. Foi o seu fillo, o Suso o que colleu o relevo. Cando as cousas non ían como debían, Amancio fartábase de berrar. Pero polo resto, o trato que recibiamos era bo e o ambiente tamén.»
CARROCERÍAS PIÑEIRO
As instalacións
de estas carrocerías atopábanse no solar que fai esquina da estrada de Ourense
(rúa Conde Vallellano) e a Rúa Otero Pedrayo.
El solar de las Carrocerías Piñeiro en la actualidad. Carballiño, octubre 2017
Charla con Camilo González Pereira, “Tupino”
9 de outubro de
2017.
«Cando
terminei a escola en Arcos ós catorce anos, empecei nas Carrocerías Piñeiro, gañando
dúas cincuenta diarias. Estiven traballando con eles ata que marchei á “mili”.
Cando volvín traballei poucos anos. Eu levábame moi ben con Amancio Piñeiro;
pero como entón eu faltaba moito ao traballo, porque me dedicaba a certos
asuntos que daban moitos cartos, Amancio pensou que era mellor que me fóra.
Daquela meu pai morrera e como a miña nai andaba soa polas feiras, púxeme a
traballar con ela. Antes só ía con ela nas feiras do Carballiño e nas festas de
vez en cando.»
«Naquelas fechas, arredor dos anos sesenta, traballaban no Piñeiro uns cincuenta ou sesenta obreiros. Non creo que viva ninguén dos obreiros que traballaban entón. Era una empresa forte que non tiña moita competencia no Carballiño. Os obreiros eran, en xeral, xente das aldeas dos arredores que viña a pé. Poucos había que tiveran bicicleta, porque estaban caras. A primeira que eu comprei, a mediados dos cincuenta, custoume 200 pesetas, case o soldo dun mes, e había que pagar a placa. »
«Chegaban as toradas de madeira que se cortaban no serradoiro, asegundo as plantillas dos modelos que se facían. Traballábase a acacia, a cerdeira, a sobreira. A madeira procedía case toda da parte de Beariz e Avión. O esqueleto era todo de madeira. Tamén os asentos eran de madeira e logo se revestían. So a zona do motor e a baca levaban armazón de ferro.»
«Unha vez que estaba feito o esqueleto, os chapistas revestíano con chapa. O que se encargaba de pintalo era o Etelvino, o irmán pequeno de Amancio. Traballaba moi ben a pintura.»
«Faciamos coches para toda España. Faciamos algunha rubia, pero , sobre todo, autobuses grandes de ata sesenta prazas. Chegaban de fóra os chasis co motor e encargabámonos do resto. A veces chegaban catro ou cinco chasis da mesma empresa. Xa sabes que entón, nos anos cincuenta e sesenta, para ter un coche había que esperar.»
«Eu traballaba nos remates, porque sempre fun moi curioso para as cousas. Penso que era un bo obreiro porque Amancio nunca me chamou a atención e iso que Amancio era de agárrate. Eu poñía os cristais, os adornos. Colocaba os asentos, as molduras, os verte-augas de aluminio e as gomas do piso. Eu estiven sempre asegurado e acabei ganando sesenta e tres pesetas diarias, un sueldazo para aqueles anos.»
«O traballo non era duro. Traballabamos oito horas. A veces había que traballar horas extraordinarias, cando había que apurar carrocerías que había que entregar. Pagábanas ben.»
«Amancio, o maior dos irmáns, era o que sabía de carrocerías e o que levaba a administración. Morreu bastante novo. Foi o seu fillo, o Suso o que colleu o relevo. Cando as cousas non ían como debían, Amancio fartábase de berrar. Pero polo resto, o trato que recibiamos era bo e o ambiente tamén.»
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